Da Luan, “gran 
desorden”, es el concepto con el que los chinos designan las épocas 
turbulentas. Se creó y difundió en una época histórica en la que el 
mundo estaba compartimentado. Hoy mucha gente percibe ese desorden 
referido no a un país o una región, sino al conjunto de nuestro mundo 
unificado. El motivo es que hay un fuerte contraste entre lo que la 
gente común percibe como los retos del siglo y los medios disponibles para afrontarlos.
Los
 retos del siglo son tres: atajar el cambio climático, paliar la 
desigualdad social y regional, y avanzar en el desarme de la capacidad 
de destrucción masiva (convertida en objeto de amplio consumo). Si 
colocamos eso al lado del cuadro institucional disponible, y de las 
normas y las conductas generales al uso en el ámbito de las relaciones 
internacionales, resulta un Da Luan global, una sensación general de gran desorden.
En
 términos generales eso tiene que ver con la presencia de un mundo nuevo
 que precisa de una nueva civilización. De eso ya hablaba Einstein en 
los años cincuenta cuando decía que “el arma nuclear lo ha cambiado 
todo, menos la mentalidad de los hombres”. El principio se puede ampliar
 a todo lo que implica el antropoceno, es decir el vivir en una época en
 la que la acción humana se ha convertido en factor de cambio geológico y
 de potencial suicidio de la especie (porque ahora tal suicidio es 
técnicamente viable a diferencia de la época histórica no 
antropocénica). Pero en términos más concretos, esa percepción de 
desorden se ha hecho mayor ante nuestros ojos, desde hace 25 años.
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