No hay soberanía europea sin un presupuesto real. Y sin presupuesto
no hay una política económica viable. Mientras Europa no salga de este
dilema, la zona del euro permanecerá atrapada en un círculo vicioso de
estancamiento, resentimiento y de conflictos de competencias. Si el
federalismo fiscal está fuera del alcance de Europa, entonces es crucial
poder ajustar los tipos de cambio para impulsar el crecimiento y el
empleo liquidando la unión monetaria.
En general dos dificultades
se argumentan frente al abandono del euro. La primera se refiere a que
en el corto plazo podría haber efectos perturbadores en el comercio y en
los precios. Sin embargo hay pocas muy dudas de que las nuevas
paridades podrían, rápidamente, eliminar los desequilibrios y estimular
la actividad de los países que más han sufrido en los últimos años. Por
otra parte, en el actual contexto de pre-deflación, los países que
abandonen el euro podrán contener los efectos de una inflación
importada.
La segunda objeción es una interpretación de carácter
económico. El desmantelamiento del euro (o la salida de un solo país)
tendría consecuencias catastróficas en los balances de los agentes
económicos.
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