Las subsidiarias de Estados Unidos se mantienen sacando de Puerto Rico
el 33 por ciento anual de las riquezas que se producen en el país, lo
que tiene el efecto de bloquear efectivamente los intentos de
estabilización y recuperación económica, sin que la junta de control o
el gobierno anexionista tomen medidas para atajarlas.
Según se
desprende de las cuentas sociales oficiales, esas corporaciones han
sacado de Puerto Rico cerca de 330.000 millones de dólares en diez años
–desde que comenzó la crisis económica- y cifra que aumenta en
proporción al producto interno bruto (PIB).
Pero el plan decretado
por la junta de control designada por Washington para regir a Puerto
Rico busca el empobrecimiento sistemático de la gente, con el objetivo
declarado de que así los puertorriqueños producirán más riquezas que
hagan el país atractivo a los inversores. De tener éxito, el plan de la
junta –que el gobierno anexionista reclama como fundamentalmente suyo-
lo que lograría es que aumenten las ganancias repatriadas a EEUU.
No
se trata de un problema que ha estado igual durante todo el tiempo bajo
la dominación de EEUU sobre esta pequeña nación isleña del noreste del
Caribe. Por el contrario, durante los primeros veinte años del empuje
económico autonomista –de 1950 a 1970- la relación entre inversión y
repatriación de capitales era normal y se notó en la construcción de un
país que daba la apariencia de prosperidad.
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