segunda-feira, fevereiro 20

El hambre, el arma de los fuertes contra los débiles

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Si realmente se quisiera la prueba de que el hambre no es un desastre natural o cualquier otra fatalidad que pesara sobre las tierras abandonadas por los dioses, bastaría con observar el mapa de las futuras hambrunas. Este mapa, diseñado por el economista jefe del Programa Mundial de Alimentos, Arif Husain, es contundente. Según él, 20 millones de personas corren el riesgo de morir de hambre en cuatro países en los próximos seis meses: Yemen, Nigeria, Sudán del Sur y Somalia (http://ici.radio-canada.ca/nouvelle…). Ahora bien, la principal causa de esa inseguridad alimentaria es política. Cuando no ha sido directamente provocada por el caos generador del subdesarrollo o la interrupción de los suministros, la intervención extranjera ha echado leña al fuego. La guerra civil y el terrorismo han arruinado las estructuras estatales, banalizando la violencia endémica y provocando el éxodo de la población.
En el Yemen los bombardeos saudíes han generado desde marzo de 2015 un desastre humanitario sin precedentes. La ONU se alarma ante esta situación, pero, ¡fue una resolución del Consejo de Seguridad la que autorizó la intervención militar extranjera! El cierre del aeropuerto de Sanaa y el embargo infligido por la coalición internacional han privado a la población de medicamentos. Las reservas de trigo disminuyen a ojos vistas. Los bancos extranjeros rechazan realizar operaciones financieras con los bancos locales. Catorce millones de personas, es decir el 80% de la población, tiene necesidad de ayuda alimentaria, unos dos millones en forma urgente. 400 mil niños están desnutridos. Al ser considerada culpable de apoyar al movimiento hutu, la población yemení está condenada a muerte. Las potencias occidentales participan de ese crimen masivo proporcionando armas a Ryad.

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