Como fuego selvático proliferan en Brasil los expedientes de la
corrupción. El escándalo comenzó hace dos años y medio a través de
noticias de corrupción relativas a Petrobras, la empresa petrolera
brasileña. Pero actualmente el que está en el centro de atención es el
grupo Odebrecht, la primera empresa constructora de América latina.
Recientes revelaciones ponen nuevamente en tela de juicio al presidente
Temer y a sus ministros. Odebrecht habría dado coimas en doce países,
generando polémicas desde el Ecuador hasta el Reino Unido.
En
marzo de 2016 el jefe de la empresa, Marcelo Odebrecht (Marcelo), fue
condenado a 19 años y cuatro meses de prisión en firme porque las
pruebas en su contra eran demoledoras. La investigación realizada sobre
diez aparatos telefónicos de Marcelo había puesto al descubierto un
importante sistema de corrupción y de lavado de dinero. Se descubría así
que el grupo Odebrecht disponía de un servicio cuya única función era
pagar coimas. Este Servicios de Operaciones Estructuradas gestionaba las
transacciones por medio de computadoras específicamente equipadas para
los fraudes. El servicio realizaba los pagos por medio de un banco
(comprado con tal objeto por el grupo Odebrecht) en el país caribeño de
Antigua. Poco después de la condena de Marcelo la prensa brasileña
publicó una lista codificada de beneficiarios de esos sobornos, La
justicia brasileña decidió entonces iniciar una nueva fase de
investigaciones, la vigésimo tercera dentro de una investigación global
denominada “Operación Lava Jato”
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