Ahora que el río ha desembocado en el océano
Sesabe que en el pensamiento crítico no hay lugar para una deriva
apocalíptica, para el final de la historia. El pensamiento crítico
surge como un pensamiento de la historia, y en la historia encuentra
su esfera de pertenencia. La evolución no es objeto del pensamiento
crítico, ni el pensamiento crítico conoce la evolución. Por esta
razón, el pensamiento crítico está muerto, y ya no interesa a
nadie, excepto a un pequeño número de académicos que se repiten
atónitos viejos análisis que apenas captan nada de una realidad que
ha abandonado el río de la dialéctica desembocando en el mar
impasible de la evolución. Los demás, que no son críticos ni
académicos, acuden en masa a los altares de alguna iglesia, o tragan
antidepresivos, o se tiran, de forma más efectiva, desde el décimo
piso. La potencia desmesurada de la evolución no sabe qué hacer con
la crítica, no sabe qué hacer con la ética, no sabe qué hacer con
la humanidad.
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