quinta-feira, abril 2

El rebrote

Guayaquil, la ciudad más poblada, rica y desigual de Ecuador, exhibe su naturaleza de la manera más cruda en estos días de pandemia
El lenguaje humano cada vez dice menos. El léxico cotidiano se estandariza y en su uso oculta más de lo que descubre, navegamos como polizontes con banderas que nos permiten acodarnos a todo puerto y elegimos la jerga que mejor disfraza nuestra identidad e intenciones, que no nos atrevemos a confesar. Pero la realidad no es real y de pronto viene un zas y se desmorona y quedan al descubierto nuestras grandilocuentes e impostadas declaraciones. Es cuando lo siniestro comparece sin envoltura a los ojos de todos. Es el momento en que el lascivo Aquiles, cuando ya se ha consumado la victoria y se ha asesinado a los hombres y esclavizado a las mujeres, pide que ante su tumba se le sacrifique a la bella Polixemes. Es cuando en medio de la pandemia los millonarios de Estados Unidos pretenden sin pudor que les sean ofrendadas las vidas de sus trabajadores en nombre de la nación y la economía. Solo bajo la premisa de una diferencia cualitativa de valor y dignidad entre el dador y el receptor del sacrificio puede entenderse la liturgia demandada: la muerte ritual del primero consagra la supremacía del segundo, cuya existencia tiene una función superior para la comunidad. Sobre esa base es sobre la que las oligarquías de antes y de ahora demandan la inmolación de los otros.

Nenhum comentário: