Para los 2.500 millones de personas que sobreviven con
apenas cinco dólares al día, el impacto de la Covid-19 puede ser
calamitoso.
En poco más de cuatro meses, la Covid-19 se ha convertido en la
crisis de salud global más rápida conocida hasta la fecha. Diversos
rasgos biológicos, políticos y de salud pública de tipo sistémico han
convergido para que esto suceda: su contagio y letalidad poblacional
elevada, la debilidad de los sistemas de salud y de salud pública
nacionales y globales, la globalización del turismo de transporte aéreo,
y la ceguera institucional y política para escuchar y reaccionar
adecuadamente ante las advertencias suscitadas por científicos e
instituciones, son algunos de ellos. Aunque nadie podía predecir
exactamente cuándo, cómo y dónde comenzaría, y qué país sería el más
afectado, desde al menos la década de 1980 sabíamos que esto podía
suceder[1].
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