Mientras el mundo se miraba en el vértigo y
el temor de la pandemia, nos llegaba la noticia de la muerte de Manolis Glezos,
el rostro de la resistencia griega a quien el 30 de marzo le falló el corazón.
También, como si la fatalidad no descansase, nos golpeaba el deceso, el mismo
día, de Rafael Gómez Nieto, el último superviviente de la nueve, la IX compañía del general Leclerc, repleta de
republicanos españoles, que liberó París de los nazis, muerto por el
coronavirus, como si, llevándose a ambos, la guadaña de un tiempo desolado nos enviara la
advertencia y el recuerdo de una generación que supo resistir al fascismo y
preservar entre sus ruinas la frágil estirpe de la fraternidad.
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