La escasa reacción del gobierno de Estados Unidos ante la
crisis del coronavirus no ha sido producto de un error fortuito o involuntario.
En parte, se relaciona directamente con una campaña de décadas diseñada para desprestigiar
la idea de que el gobierno puede ayudarnos en una parte esencial de nuestra
vida, que puede permitirnos realizar colectivamente tareas que superan la
capacidad de cualquier individuo. En la actualidad, y por desgracia, la opinión
dominante en Estados Unidos –defendida por todos los dirigentes republicanos y
demasiados dirigentes demócratas– es que el “mercado libre” siempre funciona
mejor que el gobierno.
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