terça-feira, março 10

Lesbos bajo el virus nazi

El nazismo ha vuelto por sus fueros, es un hecho. Mientras el mundo entero contiene la respiración y el sistema financiero se descabala ante la expansión de una nueva variedad de gripe, no nos tiembla ni un pelo con las imágenes de las docenas de miles de migrantes abandonados a su suerte en los campos de refugiados griegos. Mientras la amenaza de propagación del coronavirus, con un índice de mortalidad apenas superior al de un simple resfriado, provoca medidas drásticas (y ridículas) para intentar aislar a 16 millones de personas en el norte de Italia, las tercas ideas del odio y del racismo florecen en puños y en incendios, evocando los momentos más oscuros de la historia de Europa. Europa, sin embargo, no sólo lleva años ciega y sorda a una catástrofe humanitaria que no hace más que crecer al borde de sus fronteras, poblando el Mediterráneo de cadáveres, sino que tampoco ha movido un dedo cuando el gobierno griego ha suspendido el derecho de asilo en una decisión sin precedentes que atenta contra todas las leyes y normativas elementales.

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