La crisis del coronavirus está resultando en una seria amenaza a la
economía mundial y pone sobre el tablero la vulnerabilidad de la
mundialización, el paradigma de desarrollo de los últimos treinta años.
No falta quien apunta a la necesidad de repensar las estrategias de
producción y, sobre todo, a reducir la dependencia de la “fábrica del
mundo”. En este sentido, el COVID-19 viene a alimentar la idea de
algunos sectores que abogan por la desconexión entre las economías
capitalistas de Occidente y China.
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