Cada vez que he
de escribir algo relacionado con la traducción releo “La tarea del traductor”,
de Walter Benjamin; es uno de los textos más extraños que conozco, nunca parece
el mismo: ese modo de hablar extremadamente abstracto que, sin embargo, se compone
de palabras tan fuertes y consistentes, tan materiales, de metáforas tan
precisas y directas. Desde hace años,
la lectura en estos casos se me ha duplicado y releo también el ensayo de Paul
de Man sobre “La tarea del traductor”, que tiene efectos similares aunque su
lengua asuma tanto poder analítico. Esta vez volvió a ser así, y me detuve
donde Paul de Man se pregunta por qué, si Benjamin quiere proponer una poética,
se pone a hablar de la traducción: “
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