En junio de 2017, el Presidente de Estados Unidos Donald Trump
anunció un cambio total de la política exterior de Estados Unidos hacia
Cuba. Mientras que su predecesor Barack Obama tomó la medida del fracaso
de la estrategia estadounidense hacia la isla durante más de medio
siglo e inició un proceso de acercamiento con La Habana, el actual
inquilino de la Casa Blanca anunció que aplicaría una línea dura con
Cuba [1].
Barack Obama restableció las
relaciones diplomáticas y abrió una embajada en 2015, 54 años después de
la ruptura unilateral por parte de Washington en enero de 1961. Sin
permitir a los turistas ordinarios estadounidenses que viajaran a Cuba,
Washington abrió sin embargo la posibilidad a doce categorías de
viajeros de ir a la isla y permitió los vuelos directos entre ambos
países. Ese nuevo panorama había permitido a muchos ciudadanos
estadounidenses visitar Cuba por primera vez. Así, el número de
visitantes estadounidenses en la isla pasó de 91.254 personas en 2014 a
161.233 en 2015 y 284.552 en 2016 [2] , para alcanzar la cifra récord de 619.523 en 2017 [3].
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