No cabe duda de que el auto del juez Pablo Llanera dictado ayer, que
el lector con seguridad conoce, va a tener un impacto en la campaña
electoral que comenzó apenas doce horas después de que dicho auto se
hiciera público.
Pero, en mi opinión, el impacto va a ser mayor a
partir del 22D. Una campaña electoral es una suerte de paréntesis, en
el que se hace política de una manera completamente distinta a como se
hace el resto del tiempo. Durante los días de campaña no se gobierna ni
se hace oposición. El enfrentamiento es puramente dialéctico. El impacto
de la prolongación de la prisión provisional de los dos exconsejeros y
de los presidentes de ANC y OMNIUM hará que la carga emocional de los
discursos, de la de todos y no solamente de la de los nacionalistas, sea
mayor, pero de ahí no pasará. La liturgia electoral se desarrollará
según lo previsto y el derecho de sufragio se ejercerá con normalidad.
Pero el 21 al caer la tarde se cierra el paréntesis y hay que volver a
hacer política a partir de la interpretación de la decisión del cuerpo
electoral. Ese es el momento de la verdad. En ese momento habrá que
comprobar si se puede formar gobierno y, como consecuencia de ello, si
se puede levantar el “estado de excepción” que supone la aplicación del
155 o no.
Porque hasta que no haya investidura del presidente de
la Generalitat, se mantendrá la aplicación del art. 155 CE, es decir,
será el Presidente del Gobierno de la Nación el responsable de la
dirección de la Administración catalana. El tiempo que se tarde para
hacer la investidura no es irrelevante. Es tiempo de prolongación de la
suspensión de la autonomía y de la ocupación de Catalunya desde el
exterior.
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