Mientras en Madrid todos los ojos están puestos en el PP, ando por León en vísperas del inicio de la excavación en la fosa en la que fue sepultado mi bisabuelo, asesinado en 1936 en Villadangos del Páramo. Según la documentación existente, entre septiembre y noviembre de 1936 fueron fusiladas en ese lugar al menos 85 personas, muchas procedentes del campo de concentración de San Marcos. Entre ellas, concejales socialistas de Valencia de don Juan, varios sindicalistas de la UGT, un cartero, un pescador, dos maestros, un herrador, carpinteros, un industrial, jornaleros, etc. Todos eran de pueblos de la zona en los que no hubo frente de guerra, en los que el golpe de Estado triunfó de forma casi inmediata y dio paso a una persecución ideológica. “Los sacaron casa por casa y los mataron como a conejos”, me dijo hace años un anciano que vivió todo aquello.
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