Decía Ryszard Kapuściński que cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante.
Lo cierto es que siempre fue muy difícil estar bien informado, pero ahora es peor, porque las redes suman más confusión y más ruido: no imponen una versión dominante (que sigue en manos de los medios hegemónicos) ni son –por ahora- el medio dominante.
Alrededor del mundo, una inmensa gama de organismos gubernamentales y partidos políticos están explotando las plataformas y redes sociales para difundir desinformación y noticias basura, ejercer la censura y el control, y socavar la confianza en la ciencia, los medios de comunicación y las instituciones públicas. Hoy tropas de ocupación cibernéticas globales manejan la organización mundial de la manipulación.
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