Las instituciones vascas, en su mayoría lideradas por el PNV, han gastado 210,3 millones de euros en 465 contratos en los últimos años para externalizar funciones básicas a las empresas del imperio del presidente del Real Madrid. Desde el Gobierno Vasco, o instituciones dependientes como el Servicio Vasco de Salud, la Agencia Vasca de Agua o la Universidad del País Vasco, hasta las diputaciones forales y un buen número de ayuntamientos y organismo municipales.
“Parece el dueño de España”, expresó el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, después de que su homólogo en el Real Madrid, Florentino Pérez, se negara a ceder el estadio Santiago Bernabéu para que el F.C. Barcelona ganara la final de la Copa del Rey. “Soy poderoso en la medida que soy presidente del Real Madrid. Si mañana me voy, ya no soy poderoso”, respondió Pérez, en este caso al periodista Jordi Évole. Ortuzar no sabía —o no quería reconocer— lo que la lengua sibilina del magnate ocultaba: el fundamento de su poder emana de un poderoso conglomerado empresarial, en cuya génesis está un marqués de la histórica burguesía vasca.
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