Nos adentramos peligrosamente en una etapa de cambio nutricional erosionador de las infraestructuras sociales más cercanas, comunes y colectivas. Los oligopolios acaban imponiendo sus 3M: mundialización, monocultivos, y mercantilización de nuestra vida.
La pandemia global está dejando tras de sí huellas visibles en términos de enfermos, muertes, atenciones hospitalarias, polémicas sobre medidas sanitarias. Quedan invisibilizados efectos a largo plazo que condicionarán, en un futuro no muy lejano, cómo estamos viviendo y cómo podemos vivir. Toda una nueva revolución civilizatoria, silenciosa, quizás comparable a la emergencia de focos agrícolas hace 14.000 años. Nuestro mundo se contrae vertiginosamente.
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