Queipo de Llano extendió su maquinaria de la muerte apoyándose en Díaz Criado y Bohórquez –enterrado también en La Macarena– y consiguió agenciarse el cortijo de Gambogaz con dinero del Banco de España.
Manuel Díaz Criado, delegado militar de orden público, elegido a dedo por Queipo de Llano, era un ejemplo claro de sádico indescriptible. No le temblaba el pulso a la hora de elegir las sentencias de muerte en los primeros meses de guerra. Una limpieza sistemática, sin duda, que marcaba con la consigna secreta X-2 para las sacas y fusilamientos que le venía en gana. Cuentan los testimonios que llegaba incluso de las juergas y orgías a su despacho a las cuatro de la tarde y nunca admitía visitas. Solo las mujeres jóvenes eran recibidas a puerta cerrada.
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