El fiscal rojo, como se le llamó con cariño, dedicó toda su vida a desvelar la tramoya oculta de la Justicia, a señalar la íntima relación entre el crimen y el poder, a mostrar el conflicto de clase que se condensa en el Derecho.
Trepa la hiedra del olvido. Casi nadie se acuerda ya de aquel combatiente contra la injusticia, del singular magistrado que, allá por los años setenta y ochenta, inquietaba a la mayoría silenciosa con su oratoria deslumbrante y subversiva en los debates de La Clave, el programa que dirigía José Luis Balbín.
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