En los últimos días, fruto de la movilización antirracista
internacional resultante de las protestas por el cruel, injusto e
inaceptable asesinato de George Floyd por policías en los EUA, a menudo
me han hecho esta pregunta en los últimos días.
De alguna manera, he intentado responderla desde hace más de 30 años
con mi trabajo académico y mi activismo antirracista, como la brasileña
blanca que soy.
En un mundo ideal sin racismo, esta pregunta ni siquiera llegaría a
formularse, pues la apariencia y el fenotipo no tendrían importancia en
las trayectorias individuales.
En el mundo en que vivimos, lejos de ese mundo ideal, construido
sobre la base de la desigualdad racial, la discriminación y el racismo,
que provocan un gran sufrimiento, en formas diversas, a la gran mayoría
de los brasileños, es preciso que cada uno de nosotros se pregunte de
forma habitual sobre su papel, bien en la conservación o,
principalmente, en la transformación de esas estructuras y prácticas
discriminatorias.
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