Los hechos detrás del asunto de los niños yemenitas son claros para 
que todos los vean. Cientos de testimonios de padres de niños 
desaparecidos cuentan una historia similar: los niños fueron separados 
de sus padres, a menudo por la fuerza, y algunos de ellos nunca 
regresaron. A los padres no se les permitió tomar decisiones ni recibir 
información médica con respecto a sus hijos. Los avisos de muerte que 
recibieron de los hospitales nunca fueron respaldados por explicaciones 
médicas, documentos o cadáveres. Los padres que exigían ver a su hijo 
muerto fueron agresivamente expulsados. 
 La naturaleza racista de
 estos hechos es clara también. Aproximadamente el 70 % de las familias 
afectadas eran inmigrantes yemeníes a Israel; el 96 % eran de origen 
mizrají. Además, las políticas racistas hacia los padres ni siquiera se 
disfrazaron de otra cosa. Separar a los bebés de las familias y revocar 
los derechos de los padres para tomar decisiones médicas era una 
cuestión de política, no de iniciativa privada. 
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