A fin del año 2017 se produjo en el Perú un cambio radical del escenario
político. Quien tenía en sus manos la bandera de la Democracia Liberal
Burguesa, finalmente capituló ante la ofensiva del fascismo y terminó
colocándose como furgón de cola del mismo. ¿Existían diferencias entre
ambos segmentos de la clase dominante? Claro que sí, pero ellas, no eran
irreconciliables. Eran contradicciones no antagónicas, que podían
“superarse” en los avatares del proceso social. Y así ha ocurrido.
Pedro Pablo Kuczynski, que en la campaña electoral pasada había
asegurado que no indultaría a Alberto Fujimori, llegó a la “Noche Buena”
defraudando a sus electores, y hasta engañó ladinamente y sin rubor, a
tres periodistas de reconocida solvencia, A ellos, les aseguró pocas
horas antes de firmar el Indulto, que no lo haría. Urgido como estaba
para evitar la vacancia de su Mandato, optó, finalmente por desbarrar,
disponiendo el perdón para el genocida.
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