Frente a la estación de autobuses de Vitoria, junto a los raíles del tranvía, hay un bus urbano que lleva hasta las puertas del barrio de Zaramaga.
Dentro, dentro de ese autobús, una mujer da el pecho a su bebé, de pie,
apoyada con su espalda sobre el cristal de la ventanilla. El autobús
para frente al centro comercial Boulevard. Calle Reyes de Navarra
adentro. Una lavandería, una carnicería, una tienda de ropa, un mercado,
una persiana cerrada marcada con el dibujo de un violinista, un bar de
esquina, La Paloma. Dentro, dentro de ese bar, varios parroquianos pasan
la tarde jugando. Aún cuelga el cartel de la temporada 2017 de la peña
quinielística. “Normas, tres euros a la semana. Si no se está al día,
expulsión. No se reparten dividendos hasta final de la temporada”.
Fuera, sobre el bar, un mural gigante cubre toda la fachada, nueve pisos
de alto. Se puede leer, de manera desordenada: “Por el pan y libertad”.
“Manifiesto de la clase obrera». “Generalización de la lucha a otros
frentes. Barrios, estudiantes, capas populares”.
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