domingo, julho 8

No permitamos que Estados Unidos caiga en el odio otra vez

Los días de verano son largos y calurosos en el Valle del Río Grande, la fértil llanura fluvial que se extiende unos 160 km a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, en Texas, entre las ciudades de McAllen y Brownsville. Este es el epicentro de la crisis de separación familiar generada por el presidente Donald Trump, en la que al menos 2.047 niños fueron arrancados de los brazos de sus madres y padres y permanecen encarcelados. El principal centro de detención de Brownsville se erige en un antiguo local de Walmart. Su espacioso interior ya no está lleno de productos elaborados por trabajadores de sueldos bajos en fábricas de países remotos, sino de 1.400 niños encerrados en jaulas de malla metálica y confortados solamente por mantas de emergencia de poliéster. La agencia sin fines de lucro Southwest Key, que administra este centro de detención, lo llama “Casa Padre”; un doloroso recordatorio para los numerosos niños separados de sus progenitores.

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