La (peligrosa) metamorfosis del mundo
En febrero de este año, la revista norteamericana Forbes publicaba un extenso artículo donde calificaba a China como el “país más importante del planeta” no sólo por su enorme población, sino por el acelerado desarrollo de su economía, citando como ejemplos de su potencial que una empresa estatal, Petrochina, se había convertido en la mayor corporación del mundo, y que con toda probabilidad China superaría, tal vez a finales de 2008, a Alemania, convirtiéndose así en el mayor país exportador del mundo. Podía haber añadido que las reservas de divisas chinas son las mayores del mundo (1.550.000 millones de dólares), y que de sus universidades salen cada año más de cuatro millones de licenciados. También, que China cuenta con el mayor banco del mundo, ICBC; con la mayor empresa de telefonía mundial, China Mobile; con el mayor número de internautas y de teléfonos del planeta, es el principal fabricante mundial de televisores planos y de ordenadores, y tiene un altísimo crecimiento anual del PIB, inalcanzable para otros países. Si en 2007, la economía norteamericana suponía el 21,36 del PIB mundial, y la economía china el 10,83 (siempre en paridad de poder de compra), se calcula que dentro de cinco años Estados Unidos producirá el 19,22 del PIB mundial y China el 14,69. Mientras Estados Unidos declina, China continúa creciendo.
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