Retorno a la jornada de 60 horas
Existe una visión ingenua de la Historia, optimismo trascendental que considera que en las civilizaciones y, en general, en la humanidad no es posible la marcha atrás. Pero lo cierto es que cuando una sociedad retrocede a las premisas ideológicas del pasado, casi es seguro que los resultados terminarán siendo también los mismos. Desde principios de los ochenta, la economía internacional ha asumido un proceso involutivo, renunciando progresivamente a los principios ideológicos que se habían aceptado como intangibles, al menos en los países occidentales, y volviendo a los presupuestos que regían en el siglo XIX. Los resultados tienen que ser forzosamente parecidos a los de aquella época. En realidad, lo que llaman globalización, en buena medida no es otra cosa que adherirse a aquellas premisas. No puede, por tanto, extrañarnos que ahora se retorne a unas condiciones laborales que creíamos totalmente superadas.
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