Con una inflación superior al 10% y unos precios del petróleo, el gas y otras materias primas disparados y en vaivenes constantes, en España lo que ahora se discute es cómo reducir los aumentos de precios y cómo distribuir los efectos perjudiciales.
Toda inflación implica una pérdida real de renta. España pierde una parte de su renta nacional anual por el aumento de precios de las importaciones de las que no puede, de ningún modo, prescindir. Calculo que sólo el petróleo y el gas, si los precios continúan altos hasta el final de año, puede quitarnos un 1’5% adicional de lo que ganamos al año de manera agregada. Es cierto que pueden reducirse esos precios, pero también lo es que la apreciación del dólar, que hace más caras las compras, nos está perjudicando.
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