La integración de España en la OTAN fue un chantaje y una estafa. Un chantaje de Estados Unidos porque la operación se inició con la amenaza estadounidense de impulsar la independencia de Canarias, utilizando para ello un estrafalario grupo independentista, el MPAIAC, al que podía manipular.
Entonces, apenas el 18 % de la población española era partidario de la integración en la OTAN. Adolfo Suárez, presionado, aseguró a Washington que España ingresaría, propósito que culminó Leopoldo Calvo-Sotelo y que Felipe González confirmó tras una tramposa y desigual campaña. Estafa, porque la campaña del referéndum de 1982 fue una trampa para elefantes, donde los opositores a la OTAN dispusieron de pocos recursos, mientras todos los medios de comunicación invadían con su propaganda hasta el último rincón del país. Estafa, también, porque todos los requisitos previos para la entrada en la OTAN, aprobados en el referéndum, se incumplieron después.
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