Para detener la pandemia solo hace falta una cosa: que durante la ventana de tiempo en la que un infectado puede transmitir la enfermedad a otras personas, no lo haga. Sobre el papel, esta medida es sencilla; en el mundo real, es extremadamente compleja de implementar.
¿Cómo podemos conseguir ese objetivo, tan simple y a la vez tan difícil? De muchas maneras. Por ejemplo, limitando los contactos entre personas, como hicimos a través del confinamiento. También podemos reducir la probabilidad de contagio en las interacciones existentes, mediante mascarillas y distanciamiento. Una tercera vía es la inmunización, mediante vacunación o mediante la llamada inmunidad de grupo natural.
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