En la Cumbre de París de 2015, las empresas transnacionales fueron
incluidas por primera vez dentro de la organización y la financiación de
ésta. Después de años de inoperancia, de obstaculizar las empresas
transnacionales (ETN) cualquier avance, de lobbies, de control de
instituciones y gobiernos, las ETN accedían al control absoluto. Si
hasta entonces los resultados de las Cumbres por el Clima habían sido
pobres, desde entonces aún más: las esperanzas de resoluciones fueron
truncadas (1). Las siguientes, más de lo mismo, sobre todo la última de
Katowice (Polonia) y la anterior de Bonn, utilizadas para garantizar la
continuación del carbón en la matriz energética, o la de Marrakech que
ahondó en las presuntas soluciones financieras.
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