domingo, setembro 29

Por una izquierda sin complejos

Una izquierda sin complejos. Eso es exactamente lo que necesitamos. Una especie de Vox, pero de izquierdas. Está más que demostrado, por activa y por pasiva, que una domesticación de la izquierda nunca ha traído buenos logros. Más bien al contrario, al final únicamente ha servido para convertirse en segundona del social-liberalismo, que es hoy día el nudo gordiano de prácticamente todas las fuerzas políticas, el núcleo sobre el que giran las políticas mayoritarias, diríamos la práctica totalidad de ellas. La derecha lo tiene muy claro: no existen complejos. Ofrecen sus políticas, sus medidas y sus soluciones racistas, homófobas, capitalistas, incluso franquistas. No pasa nada. Levantan la voz y lanzan exabruptos que no se escuchaban desde los tiempos del dictador. Y mientras, la izquierda actual, la parlamentaria, intenta suavizar sus medidas, hacerlas más “razonables”, más moderadas, restarles radicalidad. Una aureola de miedo tilda las medidas de la izquierda, como intentando no molestar mucho al gran capital. Son tan ingenuos que no se percatan de que el gran capital va a intentar siempre que la verdadera izquierda no gobierne nuestro país, que es lo que lleva haciendo desde el franquismo. El discurso dominante para Cataluña no pasa de la cordialidad y las buenas intenciones, pero dentro del constitucionalismo. Tampoco se dan cuenta de que hay que romper con él para liberar a los pueblos que forman el Estado Español.

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