Guatemala ha sido históricamente, y continúa siendo, eso que -desde el
Norte y con una arrogante visión racista- se designó con el despectivo
mote de “país bananero”, banana country. Es decir: una nación
pobre, que produce básicamente lo que se ha dado en llamar “economía de
postre”: café, azúcar, banano, con crónica inestabilidad política y
ausencia de derechos cívicos.
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