La sede del Banco de Francia, sus principales reservas y su órgano
dirigente estaban situados en el territorio de la Comuna de París.
Erróneamente, la dirección de la Comuna de París renunció a tomar el
control del Banco de Francia, aunque habría sido totalmente necesario.
En 1876, Prosper-Olivier Lissagaray, un intelectual militante que
participó en el combate de los Comuneros, denunció, en su libro Historia
de la Comuna 1871, la actitud de la dirección de la Comuna «que se
quedó en éxtasis ante la caja de la alta burguesía que tenía en sus
manos», al referirse al Banco de Francia. Y precisó: «Todas las
insurrecciones serias comenzaron por hacerse con el nervio del enemigo,
la caja. La Comuna es la única que se negó a hacerlo.» [2]
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