La enconada conflagración económica lanzada por el magnate-mandatario Donald Trump contra varios puntos, la cual supone un flagrante peligro
para la recuperación universal, aún renca luego de la crisis de 2008,
dispone de una causa sumamente “racional”, a pesar de sus aires de
festinada decisión. En realidad, su objetivo supremo radica en China,
pues a mediano plazo podría coartar la preponderancia disfrutada por los
Estados Unidos desde 1990, cuando desapareció la Unión Soviética y se
desmoronó el campo socialista de Europa Oriental. Beijing continúa
diversificando sus relaciones y se ha convertido en uno de los
principales socios comerciales e inversionistas de la Tierra.
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