segunda-feira, agosto 1

¿Cuánto tiempo tenemos que esperar?

Leyendo hace no mucho Los jacobinos negros, el clásico de C.L.R. James sobre la independencia de Haití, una frase banal me hizo reparar en la dificultad que tiene un lector moderno para entender un libro de historia. Los jacobinos negros relata un acontecimiento gigantesco e irreversible: sin conocerse, separados por el Atlántico, los pobres franceses y los negros haitianos se tomaron en serio los valores ilustrados que los ilustrados mismos -muchas veces burgueses con intereses coloniales- utilizaron contra el Ancien Regime para traicionarlos enseguida. Este vínculo geográfico y de clase entre dos continentes se llamó Revolución Francesa, un vertiginoso acelerón histórico que se extendió por todas partes, volteando no sólo el orden europeo sino amenazando también el equilibrio colonial en América. Cinco años bastaron para revolcar una inmovilidad de siglos. Un fogonazo, un latigazo, un relámpago. Lo imaginamos de esta manera, como un estallido o una erupción volcánica o, al menos, como una erupción cutánea que cubrió en un instante el mapa del planeta. Lo imaginamos, por así decirlo, como la actualización de una página de internet de la que estarían pendientes, horcas y trabucos en mano, todos los pueblos del mundo.

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