Hoy nos encontramos ante una crisis profunda del modo capitalista de
organizar la producción y del Estado burgués, pues no solo es la crisis
cíclica de acumulación, que está afectando a todo el mundo y sobre todo a
Latinoamérica. Vale tener presente que en la década de los ’90 tuvimos
la hegemonía total del neoliberalismo y que, en la década del ‘2000, el
ascenso de Chávez y las victorias electorales en varios países colocaron
a la ofensiva al campo popular.
En el contexto actual, los tres
proyectos que antes disputaban la hegemonía: neoliberalismo,
neo-desarrollismo y el proyecto del ALBA, ahora están en crisis. Por lo
tanto, no es un escenario de derrota de las fuerzas populares, es un
escenario de incremento de la disputa, de la confrontación y de la
incertidumbre, porque todos están en crisis. Y no hay señales de que
alguno de ellos logre la hegemonía a corto plazo.
Basta mirar
la situación del imperio y del neoliberalismo: ganó Trump, ¿y qué? Se
desnudó aún más la naturaleza del imperialismo. En Brasil hubo un golpe,
¿y qué? Los golpistas se revelaron lumpens, ladrones, corruptos y no
tienen ninguna legitimidad.
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