Para quienes pensamos que la política es la gran herramienta para la emancipación de las clases subalternas, su uso como palanca de
enriquecimiento personal o para sufragar la posición electoral de las
diversas camarillas mafiosas es algo que inmediatamente nos sitúa como
antagonistas del orden que posibilita esta inmoralidad.
No es
casualidad que el pueblo de izquierdas, el que aspira a profundos
cambios, tenga una actitud más crítica e inflexible ante los casos de
corrupción de sus líderes que la que mantiene la base popular del
electorado de derechas, capaz de disculpar a Bárcenas si preciso fuera.
Sólo en momentos muy críticos y con elevados riesgos de mayor
derechización, ese pueblo de derechas se moviliza contra el saqueo. En
un plano general hay dos enfoques éticos en disputa sobre la corrupción y
de cuál sea el resultado del conflicto, dependerá el reforzamiento del
sentido común dominante que consolida la dominación o, por el contario,
su sustitución por un nuevo sentido común emancipador emergente.
La
hipótesis de trabajo contra la corrupción más plausible es que si
estamos ante un fenómeno individual y aislado, el objetivo debe ser
minimizarla mediante medidas de transparencia, publicidad y control
administrativo, junto a modificación de leyes mercantiles y penales, y
todo ello acompañado del clima que asegure el rechazo social ante tales
casos. Pero si, por el contrario, como es el caso mayoritario, estamos
ante un fenómeno sistémico, hay que plantearse actuaciones sistemáticas,
de amplio espectro y duraderas para lograr su erradicación, que no
excluyen las anteriormente citadas pero que deben ser integradas en un
abanico más amplio de medidas. Y tal como he venido defendiendo la
adopción de esas medidas para que sean eficaces, deben partir de la
consideración de la naturaleza del fenómeno de “su relación estructural
con el tipo de capitalismo que se ha ido configurando contemporáneamente
y con el proceso de desmocratización consiguiente” tal y como plantea
Jaime Pastor (2010) en “Corrupción política vs. democracia y socialismo
desde abajo” 1/.
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