La Noche de las Corbatas fue un operativo político, ideológico,
económico y disciplinador que la dictadura descargó sobre un grupo de
abogados cuyo único pecado era defender trabajadores. Esos crímenes
sintetizaron, y llevaron al terreno cotidiano, el objetivo principal del
golpe de Estado de 1976: modificar la distribución de la riqueza y, al
mismo tiempo, la estructura económica de la Argentina. Para ello era
necesario mutilar la Ley de Contrato de Trabajo, que había sido
discutida y sancionada en democracia, y también terminar con los
profesionales que la reivindicaban en cada negociación paritaria, en
cada asamblea gremial, en cada asesoramiento a las conducciones
sindicales para las que trabajaban.
Así como el sentido de ese
asalto a la Casa Rosada puede leerse en los secuestros de la primera
noche y en los días que siguieron, lo mismo puede hacerse al analizar la
voracidad de los cambios sobre la estructura legal. La Ley de Contrato
de Trabajo fue uno de los primeros objetivos: apenas 30 días después del
golpe se eliminaron 25 artículos y se modificaron 98 de los 301 que
había votado el Congreso, en 1974.
“La existencia de una
normativa específica destinada a establecer y regular las relaciones
armónicas entre trabajadores y empleadores, no debe constituir materia
cuestionable. Sin embargo, dicho régimen contiene disposiciones
susceptibles de configurar situaciones que generen excesos respecto del
equilibrio de comportamiento a observar en las relaciones antes
citadas”, dijo el ministro de Trabajo de facto, el general Horacio Tomás
Liendo, que había sido asesorado por abogados de empresas, al
argumentar el recorte del 40 por ciento de la Ley 20.744.
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