Este año se cumple el doscientos aniversario de la publicación por primera vez de la novela Frankenstein o el moderno Prometeo, y medio siglo del estreno de la película 2001: una odisea del espacio.
Estos dos aniversarios redondos y coincidentes de dos obras maestras
para muchos, y para casi todos inspiradoras, ofrecen un buen motivo para
reflexionar acerca de todo el trascendental significado que ambas dos
contienen y que se ramifica en multitud de cuestiones a cada cual más
sugerente y profunda. Tanto el texto literario como el filme son el
resultado del trabajo de dos genios que brotaron en contextos muy
diferentes, dos seres sin duda singulares y de rara sensibilidad, que, a
pesar de haber alumbrado sus creaciones en momentos muy distintos de
sus respectivas vidas, están unidos a través de ellas; no desde luego de
una manera pretendida mas tampoco casual. Porque a la novela de 1818 y a
la película de 1968 las inspiraron el mismo aliento filosófico surgido
de la inquietud fundamental del ser humano por tratar de atisbar el
brumoso horizonte de su destino.
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