Cuando provienes del sur del Bronx, tienes la posibilidad de
escribir acerca de personajes diferentes de quienes que tan a menudo
habitan el universo ficcional al que estamos acostumbrados. Esto sucedió
con la primera novela de Beverly Gologorsky, The Things We Do
to Make It Home (Las cosas que hacemos para convertirlo en un hogar),
que se centró en los veteranos perdidos de los tiempos de Vietnam, sus
mujeres y sus hijos, todos ellos tratando desesperadamente de salir
adelante en un mundo que era cualquier cosa menos acogedor. Esto no era
menos cierto para el grupo que personas que trabajaban en un restaurante
de carretera en su segunda novela, Stop Here (Pare aquí), una
especie de segundo hogar en un mundo estadounidense ensombrecido por la
guerra y el desastre económico. Y esto es incluso más potente en su
nueva novela, Every Body Has a Story (Todo el mundo tiene una
historia), en la que cuenta la historia de dos parejas que raramente
salían del Bronx y de su casa de clase media cuando las golpeó el
desastre, y dos administraciones centraron su atención en aquello que
era “demasiado grande para caer” y no en quienes eran demasiado pequeños
para no ser castigados por las ejecuciones hipotecarias.
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