La desarticulación geopolítica global se traduce en nuestro
continente latinoamericano en una creciente ingobernabilidad que afecta a
los gobiernos de todas las corrientes políticas. No existen fuerzas
capaces de poner orden en cada país, ni a escala regional ni global,
algo que afecta desde las Naciones Unidas hasta los gobiernos de los
países más estables.
Uno de los problemas que se observan sobre
todo en los medios, es que cuando fallan los análisis al uso se apela a
simplificaciones del estilo:
Trump está loco, o conjeturas similares, o se lo tacha de
fascista(que no es una simple conjetura). Apenas adjetivos que eluden análisis de fondo. Bien sabemos que la
locurade Hitler nunca existió y que representaba los intereses de las grandes corporaciones alemanas, ultra racionales en su afán de dominar los mercados globales.
Del lado del pensamiento crítico sucede algo
similar. Todos los problemas que afrontan los gobiernos progresistas son
culpa del imperialismo, las derechas, la OEA y los medios. No hay
voluntad para asumir los problemas creados por ellos mismos, ni la menor
mención a la corrupción que ha alcanzado niveles escandalosos.
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