Tras haber sido objeto de raras publicaciones que pasaron
desapercibidas, la influencia de Oriente en las epopeyas homéricas es
actualmente el centro de la investigación, sobre todo gracias a las
obras de dos grandes helenistas, el alemán Walter Burkert y el británico
Martin West. Y trastoca las propias nociones de Oriente y Occidente.
Desde
1950 el historiador especializado en la Antigüedad Hans Erich Stier se
preguntaba qué podía haber en la Grecia antigua que no se hubiera tomado
prestado de Oriente. Establecía una lista impresionante de los
préstamos materiales y espirituales que Grecia había tomado de un
Oriente que dejó su impronta en los más diversos dominios de la vida
griega de los tiempos arcaicos 1. Oriente se impone en tanto que centro de influencia determinante, dominante y “revolucionario” 2
de este periodo que se denominará “orientalizante”. Cuando Stier
publica su texto los descubrimientos de la arqueología sobre los que se
basa al exhumar unas culturas claramente más antiguas que la griega
conocida hasta entonces no permiten ya duda alguna sobre la importancia y
el sentido de la transferencia cultural que solo se pudo operar desde
el Este al Oeste.
Seguramente Walter Burkert es quien ha ofrecido
la mejor visión de conjunto sobre la variedad de los contactos
culturales revelados por la arqueología. Entre muchos ejemplos cita el
tímpano de bronce datado del siglo VIII antes de Cristo que se encuentra
actualmente en el museo de Héraklion, [y que] “se suele admitir que representa a Zeus y los Curetes … Es, por tanto, la representación más antigua del dios supremo griego” , escribe. Y continúa: “Aunque los libros ilustrados sobre la religión griega no osan la mayor parte de tiempo mostrar este asirio”.
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