Hemos dicho en reiteradas ocasiones, a propósito de numerosas tragedias
ambientales y humanas, que no hay desastres naturales. Lo que se
presentan son catástrofes que se originan por acciones humanas que se
pueden indicar de manera precisa y cuya responsabilidad esencial recae
en empresas nacionales y extranjeras (madereras, mineras, forestales),
grandes terratenientes y ganaderos, diversos sectores extractivistas… En
contra de cualquier evidencia, los grandes medios de desinformación
(RCN, Caracol, El Tiempo…) que convierten cualquier tragedia en una
mercancía que se vende y se consume, y de la que obtienen grandes
beneficios, señalan que lo de Mocoa ha sido otro desastre natural, como
si fuera un castigo divino o la furia irrefrenable de una manigua
incivilizada.
No hay tal, puesto que para entender las causas que
explican lo acontecido en Mocoa es necesario referirse a factores de
índole local, y a la manera como los mismos se retroalimentan con
factores mundiales, asociados al cambio climático. Las dos cosas están
ligadas en forma directa como lo debe mostrar un análisis medianamente
serio de lo acontecido.
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