Como si fuera una siniestra premoniciòn, tres días después los primeros trenes con deportados llegaban al campo de exterminio de Auschwitz, adonde Levi llegaría también preso en febrero de 1944. En 1941, un año antes de la muerte de su padre, se ve en una fotografía de familia a Levi recorriendo en bicicleta los lagos alpinos, cuando ya se había iniciado la guerra. Se temían bombardeos, las leyes raciales de Mussolini imponían precaución y la policía fascista ya detenía a judíos extranjeros en Turín, pero él no podía imaginar que le esperaba el horror de Auschwitz. Primo Levi tenía tatuado en el brazo izquierdo el número 174517: estuvo casi un año internado en el campo de exterminio.
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