Estuvo vigente hasta el final de la guerra en 1939. En el exilio republicano se continuó reconociendo su vigencia hasta 1977. La democracia, el regionalismo, el laicismo y la economía social, fueron los principios políticos que inspiraron la Constitución. El artículo 1 declara: España es una República de trabajadores de toda clase, que se organizan en régimen de Libertad y de Justicia.
Se ha dicho que la Constitución de 1931 no fue mejor ni peor que las anteriores que España había conocido o que sus contemporáneas vigentes en Europa. Sin embargo, recogió las ilusiones colectivas que suscitó el cambio de régimen político en España. La República y la Constitución fueron la consecuencia inevitable de la dictadura agotada de Primo de Rivera, dando paso a una solución democrática.
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