Con los sucesos acaecidos en las últimas semanas en Egipto se ha puesto de manifiesto, una vez más, que el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de una nación no implica la mejoría de los problemas económicos y sociales que padece la población y los peligros que conllevan la aplicación de las políticas neoliberales impulsadas por Estados Unidos y organizaciones financieras como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
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