Las elecciones son las ventanas públicas de las esperanzas y preocupaciones nacionales y este fue sin duda el caso de la votación de este año en Israel. Solo tienes que mirar por la ventana con ojos analíticos para evaluar a aquellos anhelos nacionales en sus detalles esenciales.
A primera vista la campaña sugiere que la mayoría de los israelíes se centró en la economía. Esto no sería inusual. Casi todas las elecciones democráticas se libran por cuestiones de pan y mantequilla e Israel ha evolucionado hasta convertirse en una sociedad que se divide con dureza entre los que tienen y los que no tienen. Sin embargo, como se vio después, este tema de la campaña pudo no haber sido de primordial importancia. Esto es así porque el hombre que simboliza el disfuncional statu quo económico, Benjamin Netanyahu (alias Bibi), de hecho ganó la elección. En verdad, su Partido Likud de extrema derecha ha mejorado su posición en la Knesset, el Parlamento israelí, de 19 a 30 bancas. Obviamente, algo más estaba motivando al votante israelí. ¿Qué fue?
La respuesta a esa pregunta es el miedo -en términos israelíes el tema de la seguridad-. Netanyahu avivó ese miedo con las advertencias de una participación masiva árabe israelí y otros ejemplos de teñida propaganda racista, lo que llevó a muchos judíos israelíes a decidir, en la intimidad de la cabina de votación, que tenían más miedo de los palestinos que a la pobreza. Al mismo tiempo la mayoría de estos votantes se negaron a enfrentar el hecho de que gran parte de este miedo es autoinducido. Israel se ha convertido en uno de los países más racistas de la tierra y en el corazón de su racismo está el deseo ideológico de un Estado solo para judíos. Para lograr esto Israel como nación ha desposeído y oprimido a los palestinos. Esta práctica ha prevalecido por tanto tiempo que el 60% de los judíos de Israel no puede imaginar el fin de la lucha resultante. Así que el miedo a la resistencia palestina, con su amenaza implícita de destrucción, o al menos de transformación del Estado judío, siempre ha sido su principal problema de seguridad.
Parece que la preocupación por la seguridad y el miedo acosa a suficientes israelíes, que de otro modo habrían votado por sus bolsillos en vez de votar por "no hay Estado palestino en mi agenda" declamado por el partidario del libre mercado Bibi Netanyahu. Y que le permitió ganar a su partido Likud.
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