El pasado 18 de marzo, Julio Anguita, abrió el juego en Málaga: “ Cuando terminen las elecciones, esta Izquierda Unida, tendrá que tender la mano a ATTAC, a Equo, a Podemos, a las marchas de la dignidad, a los defensores de los no-desahucios, a los sindicatos que estén dispuestos a pelear, a los que rompan amarras con el Régimen de la Transición porque, con todos ellos y con nuestro pueblo, sí podremos cambiar esto ”.
Respuesta inmediata de Podemos, por boca de su Secretario de Organización, Sergio Pascual: “ No se trata de construir frentes de ningún tipo sino de que esa mayoría social se exprese el domingo y de que junte a los andaluces en general y no a los de un lado o de otro ”.
En el periodo de tiempo transcurrido desde las elecciones europeas, celebradas en mayo de 2014, la izquierda española ha sido bastante benevolente con Podemos probablemente porque, como recalcó Anguita en su discurso de Málaga, siempre les ha considerado de los suyos. Ahora sin embargo, una vez celebrada la primera contienda electoral nacional en la que ha participado dicho partido (las elecciones andaluzas) una barrera simbólica ha sido franqueada.
Precisamente porque a partir de ahora se abre un periodo de crítica y de diálogo parece aconsejable abordar un debate insoslayable por cuanto que muy importante para el amplio número de españoles que, en un contexto efervescente como el actual, considera imperativa una transformación -política, social, económica e incluso, cultural- de la realidad circundante que con sutileza (y sin ella) nos oprime a todos.
Comiéncese entonces por aquello más inquietante: la cuidada ambigüedad de Podemos cuando se le plantea su (eventual) convergencia con otros actores políticos y sociales. De hecho, aunque hay excepciones a la regla, en términos generales, el partido de los círculos suele caracterizarse por su recurrente renuencia a hablar de ese tema ¿Se debe eso, tan solo, a lo que piden sus bases? Pues quizás, aunque también hay que decir que no por eso dejan de tener sentido ciertas preguntas. Por ejemplo ¿las dudas políticas de Podemos en esta cuestión se deben tan solo a cuestiones estratégicas o a convicciones de fondo?
Porque, en el caso de que las dudas se deban a cuestiones estratégicas ¿no estaría, Podemos, anteponiendo sus necesidades de implantación a las aspiraciones/necesidades de aquellos y aquellas que no solo creen en la necesidad de una transformación profunda para su país sino que están convencidos de que el actor que lo debe llevar a cabo puede ser otro?
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